¡GRACIAS!
Quiero agradecer infinitamente a los maestros que han compartido sus conocimientos como si yo fuera parte de su familia, que han permitido que los observe en su cotidiano para aprender no sólo técnicas sino la forma en que viven de su arte, que tiene ese sello único de lo hecho a mano, fabricando pieza a pieza mientras se cocina, se cuida a los hijos y se trabaja en el campo. Gracias a ellos he entendido este lenguaje, las sutilezas, la importancia de que esto se conserve y se muestre al mundo, la precariedad en la que viven y sus crudas historias familiares. El arte latinoamericano vive gracias a los miles de artesanos que anonimamente trabajan para comunicar historias de resistencia, de abusos y de esperanzas. Viva nuestra gente y sus luchas!
